¡Se pudo! Avanzamos en la dignificación de nuestros(as) profesores(as) catedráticos y mal llamados ‘ocasionales’

Me complace entregar resultados a tres meses de un proyecto de gobierno universitario que está comprometido con materializar condiciones de vida digna y justa para las y los profesores de la Universidad Pedagógica Nacional. Hago referencia al acuerdo histórico suscrito con la Asociación Sindical de Profesores Universitarios (ASPU- UPN), el cual rige a partir del segundo período académico del 2024 y que, permitirá beneficiar en su garantía de derechos a las y los profes ocasionales y catedráticos que representan el 82% de total de la institución.

Este acuerdo es el resultado de estudios técnicos y presupuestales y, a su vez, atiende a concretar nuestra voluntad política como gobierno universitario, que propende por la ampliación de semanas de vinculación en profes ocasionales en 22 semanas y 3 días, y catedráticos por 20 semanas. Esto a su vez, representa el reconocimiento y pago proporcional de vacaciones y prima de vacaciones que favorecen en gran medida el aumento de sus ingresos y en las contribuciones inherentes a la nómina que ascienden para el 2024 a los $5.451.971.641,20 y para el 2025 cerca de $12 mil millones.

Es importante indicar que este acuerdo se inscribe en dos de las estrategias establecidas en el eje programático rectoral Garantizar el por-venir de nuestros maestra(os) relacionadas con 1) Garantizar el desarrollo del plan de formalización laboral; lo que significa la ampliación de los períodos de vinculación de docentes ocasionales y catedráticos;  el reconocimiento y pago de las prestaciones sociales atendiendo el respeto por sus derechos laborales como lo establecen las leyes, sentencias de la Corte Cons­titucional y el Acta de Acuerdo Colectivo 2023, suscrito entre el gobierno nacio­nal y las organizaciones sindicales de empleados públicos en la Mesa Sectorial  de Educación y,  2) Dar cumplimiento a la resolución rectoral N° 0677 de julio 2023 y otras resolucio­nes vigentes, por las cuales se formalizan los acuerdos colectivos firmados entre ASPU-UPN y la Universidad.

Pues bien, desde el equipo de dirección de la UPN, tenemos la plena convicción de que el respeto a las libertades, la afirmación de la democracia, la significación colectiva del ethos universitario, la potenciación de la justicia social, la producción de la igualdad en el conjunto de las relaciones sociales de trabajo y, sobre todo, el reconocimiento de las y los profesores constituyen los principios fun­damentales para la protección de la digni­dad.

Cuando hablamos de dignidad humana mencionamos una categoría que es pluridisciplinar y pluridimensional, de ahí su interrelación con la filosofía, la antropología, la política, el derecho y especialmente la ética. Particularmente en cuanto al derecho, la noción de dignidad se encuentra anclada a la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Cada individuo independientemente de su condición social, cultural y económica, tiene derechos inalienables y dignidad, por tanto, en todo momento y lugar deben ser garantizados. La dignidad humana es la causa de que se reconozcan los derechos en sí, es su justificación misma.

Pero la dignidad está revestida también de paradojas, dilemas y derivas, ejemplificadas en los efectos que está produciendo el neoliberalismo en nuestras subjetividades, los cuales tienen resonancia en la pérdida de la solidaridad colectiva, en el lema “ sálvese quien pueda” en este caso específico entre profes de distintos tipos de vinculación laboral; en el registro de una desvalorización permanente entre colegas por títulos y producción académica; en la materialización de unos regímenes de desigualdad que excluyen y expulsan; en la existencia de soterradas y abiertas indiferencias; en la ausencia de proyectos comunes. Situaciones éstas que no solo se dan en la Universidad Pedagógica Nacional, sino que constituyen desafortunadamente en las tramas cotidianas de los entornos universitarios.

Aún con estas circunstancias en las que estamos y en las que se da la construcción de procesos formativos, materializar un proyecto en torno a la dignificación del trabajo de los(as) profesores(as) nos significa y demanda recuperar tres trazados que dan cuenta del lugar de éstos(as)  en la ecología de las políticas educativas situadas en el marco filosófico que envuelve a la educación y  a la pedagogía: un primer trazado que reivindica a los (as) profes como intelectuales de la acción pedagógica y política, un segundo que los reconoce como trabajadores(as) de la cultura, y un tercero que los territorializa como productores de saber pedagógico. Cada uno de estos trazados tiene un repertorio de memorias y conflictos, de luchas políticas y batallas culturales. Hay, por supuesto un saber epistémico en estas configuraciones y, sobre todo, hay un caleidoscopio de formas de ser profesor y profesora en estos tiempos y espacios en que transcurre la vida misma universitaria.

Así, que, en la UPN nos empeñamos en abrazar la posibilidad y de contar con una vida digna, justa y bella, en y desde lo común; de ahí la certeza de consolidar nuestros saberes y prácticas pedagógicas, de fortalecer las formas de gestión académica, de proyección social y administrativa; de posicionar la universidad en torno a programas y procesos de formación de profesoras y profesores y, de tejer relaciones colaborativas con los territorios, comunidades y escenarios gubernamentales. Iniciativas que nos responsabilizan en el agenciamiento de la Universidad Pedagógica Nacional con respecto a la incidencia real en la toma de decisiones de política pública educativa que sea acorde con las expectativas, desafíos y preocupaciones que nos demanda la comunidad universitaria, pues la formación de profesores(as), constituye el proyecto nucleador de todo lo que pensamos, sentimos y hacemos.

De modo, que las realidades que nos atraviesan ponen a prueba nuestros vínculos y nuestras potencialidades. Y en ello estamos trabajando. Que ninguno se quede al margen de esta oportunidad de construir en medio de situaciones límites como las que afrontamos. Que podamos posibilitar entornos cálidos, y, sobre todo, que la universidad se ponga al frente del pensamiento planetario y de sus actuaciones decididas y de acogida.