Carta abierta al congreso por la financiación de la universidad pública

Como rector de la Universidad Pedagógica Nacional, educadora de educadores, y en nombre de nuestra comunidad académica, aprovecho este espacio para dirigirme a ustedes a propósito del afortunado debate público sobre la financiación de la educación superior. Celebro el importante avance que representa la aprobación en segundo debate, en plenaria del Senado, del proyecto de Ley que busca modificar los artículos 86 y 87 de la ley 30 de 1992.

Recuperar gradualmente la financiación de las instituciones públicas de educación superior, repercutirá en su fortalecimiento misional, en mejores garantías para las y los docentes, en mayor producción en investigación y en el despliegue de proyectos de extensión que contribuyan a estrechar el vínculo entre universidad y sociedad. Un impulso a las labores misionales universitarias que contribuirán a un proyecto democrático y científico de nación.

Aún faltan dos debates, en la Cámara de Representantes, para la aprobación del proyecto de ley. Por eso quiero insistir en la importancia de apoyar una iniciativa que revertiría una deuda histórica con las universidades públicas y que permitirá superar el vacío en la producción de conocimiento científico y tecnológico para resolver los problemas que afronta el país, cada vez más dependiente de la economía global, menos autónomo para participar con inteligencia en la formación de docentes dedicadas a la investigación, y gravemente afectado por la fuga de cerebros y la amenaza de la pérdida del bono demográfico. 

Asegurar una financiación adecuada, sustentable y progresiva a mediano y largo plazo a las Instituciones de Educación Superior, permitirá fortalecer los centros de investigación y ampliar la planta de docentes para superar el déficit en derechos laborales. Asimismo, logrará que el estudiantado supere barreras históricas de acceso físico y económico a la educación; un estudiantado agobiado por los créditos bancarios y el endeudamiento familiar, podrá beneficiarse decisivamente gracias a la inversión pública en su futuro. Contra la corrosión del carácter, del que habló Richard Sennet, y las políticas públicas del menosprecio, que ha denunciado Axel Honneth. Muy a pesar del bolero de Daniel Santos, no creo que las únicas puertas abiertas para el que no tiene dinero sean “el hospital y la cárcel, la iglesia y el cementerio”.  Hoy tenemos la posibilidad de abrir otra puerta de la educación para forjar un futuro promisorio para millones de jóvenes.

Honorables congresistas: se trata de creer en las maestras y los maestros; en el conocimiento científico, tecnológico y pedagógico cuyo epicentro es la universidad. Se trata de valorar nuestras universidades como asunto público, de formar investigadoras con responsabilidad ética y política para servir al país y al sur global. Se trata de cualificar los debates públicos con evidencia, argumentos ponderados y una cultura compartida como base de un proyecto de nación. De forjar una esfera pública cualificada por los aportes de las universidades al país.    

Espero que los debates en la Cámara de Representantes sean la culminación de este proceso con justicia y equidad a la altura de las responsabilidades de los legisladores con la educación del país.

La Universidad Pedagógica Nacional ha venido haciendo progresos innegables en la defensa de la educación pública y en la lucha por la dignificación de la profesión docente. Hemos ampliado su radio de acción llevando el derecho a la educación a diversos territorios, ofreciendo formación al más alto nivel de doctorado, maestría y especialización. Sin embargo, como las demás Instituciones de Educación Superior, necesita fortalecer presupuestalmente su Plan de Desarrollo Institucional en cuanto a cobertura, investigación, acreditación de calidad, resultados en las pruebas SABER PRO, movilidad e internacionalización, infraestructura y planta docente. Todo esto para abrirle paso al nuevos maestros y maestras que necesita el país para enfrentar los desafíos de la globalización, las nuevas tecnologías, la sociedad del conocimiento y, sobre todo, sembrar en el corazón la semilla de la paz con cambios.

Al señor Ministro de Educación y al Señor Viceministro de Educación Superior, les reiteramos nuestra voluntad decidida para colaborar en la reglamentación pertinente. No solamente en lo relativo a la financiación, sino en todo lo relacionado con el sistema integral de educación superior, cuya legislación desde hace 33 años no ha tenido las transformaciones que los tiempos le demandan.

Cuando se trata de educación se trata de pensar lo mejor para el país, para la sociedad, la cultura, la ciudadanía, formación, el futuro, y comprender esto tiene que ser un imperativo ético y político por encima de los intereses partidistas.

Las y los invito, Honorables Congresistas, a tomar una decisión histórica en defensa del conjunto de la nación.